18 ene 2013

Bonica del tó







Ayss...¡cómo me cuesta tener cierta regularidad! Sobre todo después de las Navidades, del mini curro en la galería y con el frío que hace en el cuartito donde dibujo. 

Hace tanto frío en mi casa que no abro la puerta cuando llega el cartero porque no me visto hasta las 12. Me levanto a las 8, eso sí, y empiezo a buscar ofertas de trabajo y a enviar auto-candidaturas como una bestia parda, pero todo eso, señores, se puede hacer en pijama. Aunque más que pijama yo llevo un outfit de bonica del tó.  Mi pelete aleonado sin remedio, mi jersey de marinero escandinavo de pura lana comprado en Amsterdam, leggins viejunos, calcetines de lana con bolitas y manta polar del Ikea a modo de capa de super héroe (también en versión Julio Cesar). Luego tengo un accesorio que es Nova, la gata, que prácticamente vive pegada a mis piernas (o a mi escritorio o a mi barriga). 

Al frío se une la maravillosa visita anual de mis sabañones. Se me hinchan los dedos, empiezan a doler las articulaciones y luego a picar como demonios. Sé que tener sabañones es muy de postguerra (pero también tuve la Tiña, ¿qué pasa? Soy old-fashioned.) pero es lo que tiene el frío, la humedad y una circulación sanguínea de una abuela de 80 años. Y con los dedos hinchados cual longanizas pues tampoco apetece dibujar, eso es así. Pero bueno, sigo en ello. 

Yo solo rezo para que no llamen al timbre y que tenga que abrir la puerta con mi modelito mañanero.